Existen una serie de sonidos en la vida que no puedo soportar, la voz tan desagradable de la señora de "el numero marcado no se encuentra disponible deje su mensaje", la entonación del "acuda a información por favor" de algunos centros comerciales... pero el número uno dentro del ranking lo ocupa el sonido de mi despertador... Oh!!! que es capaz de llegar a perforarte el cerebro... y así es como ha comenzado el día, recién llegado de vacaciones y de regreso al trabajo con una depresión postvacacional mas grande que la de Marco el día de la madre.
Me doy cuenta que me he quedado pensando en comenzar a escribir este blog y una voz dentro de mi me dice que he excedido mi tiempo de reflexión matinal así que o me levanto a toda velocidad a la ducha o llego tarde el primer día y como que no es plan. Casi a tientas llego hasta la puerta porque a primera hora me cuesta enfocar y como de costumbre Tomás me da los buenos día que ya esta estirándose y exigiendo su desayuno (aclararemos en este punto que Tomás es mi gato jejeje). Ducha rápida y camino hacia el trabajo, para variar hoy tenemos un día gris y hace un frío que pela, pero claro, es imposible acertar nunca con la cantidad de ropa que uno lleva y menos si tienes un curro como el mío donde existe el microclima más extraño que hayas visto en tu vida, el único lugar del mundo donde tu puedes estar muriendo de calor como un calamar en el Gobi y en cuestión de segundos tus papeles comienzan a moverse porque te han puesto el aire acondicionado en la opción "Catrina" y sientes un frío helador en la nuca, te sientes como el niño del sexto sentido, incluso te llegas a preguntar si en ocasiones ves muertos, porque tu compañera unas mesas más allá no tiene muy buena cara desde que está con la famosa dieta del método Dukan.
Total, que llego al trabajo y al llegar a mi puesto me doy cuenta de que ya no estoy allí, si si, de momento sigo trabajando en la empresa porque a mi no me han mandado ningún burrofax de esos que ahora los imprimen en rotativas y los reparten por doquier. Ay calla, que no, que resulta que nos han cambiado de sitio por novena vez en lo que va vida en ese departamento, la primera vez en mi vida que consigo un ascenso, pero no estoy emocionado, porque en realidad es porque ahora trabajo en el piso de arriba. Así pues doy media vuelta y me planto en el piso de arriba.
Hago mi entrada triunfal mientras voy desfilando por el pasillo y la gente te mira como si fueses Mr Zara o algo así, pero después de tantos años y el dientes dientes de la Pantoja como que ni fu ni fa. El sitio nuevo no puede ser más horroroso, tengo una mesa nueva de color caoba que tampoco puede ser mar horrorosa, pero eso si, tengo ventanas!! Pero a mi lo de las ventanas no me genera ningún tipo de satisfacción, más bien me da un poco de repeluco pensar que es una táctica de la empresa para recortar personal... una invitación a experimentar el puenting pero sin cuerda ni puente, aunque de momento no me interesa demasiado, aun no es que enfoque demasiado bien así que habrá que buscar la manilla de la ventana mas entrada la mañana.
Es genial, ahora me doy cuenta que mis cosas están en mi antiguo puesto de trabajo así que no tengo más remedio que emprender una marcha desenfrenada y como si de una prueba del "Gran Prix" se tratase bajo zumbando y recojo mis pertenencias para no pasarme del tiempo, (algún día explicaré el mito que existe sobre los teleoperadores y su trabajo), y enhorabuena!! logro a atravesar toda la plataforma y regresar antes de que acaben mis cinco minutos de descanso.
Gracias a uno de los clientes que atiendo esta mañana consigue alegrarme un poco el día, y a la vez me doy cuenta de que ayer a mi nadie me ha felicitado, y el constantemente no para de decirme:
- Mamá...mamá
- Huy, no mira creo que te confundes
Pero el insiste
- Me escuchas? Mamá!
Así que mientras el sigue luchando por mi maternidad yo descubro que a mi ayer no me regalaron nada... que ratas!!
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