Llegando estas fechas no puedo evitar tener esta sensación de repudia hacia todo lo que mueve la Navidad, y no voy a descubrir la pólvora yo ahora... pero es que Mr Melendi tiene toda la razón cuando dice que la Navidad la ha inventado el Corte Inglés.
Ya se que suena a topicazo, pero la verdad es que es así, todo el año la gente es una perra contigo o simplemente significas tanto para ellos como la pelusa que aparece de repente un día detrás de la puerta, pero eso si, en Navidad te felicitan y desean que pases felices fiestas.
Que paséis buena noche... te dice la rubia de tu departamento mientras mira con envidia los zapatos nuevos que te compraste la semana pasada.
Igualmente... (¡zorra!, piensas para tus adentros).
Pues eso, pura falsedad...
Y es que la Navidad no tiene nada de bueno, comenzamos con que nos las pusieron en una época del año que a mi personalmente me viene mal, ¿por qué? Pues porque hace mucho frío, y a mi con esta temperatura me da mucha pereza hacer cualquier cosa que no tenga relación con una de estas tres palabras.. calefacción, manta o sofá.
En el trabajo, donde la gran mayoría va a su bola casi te coaccionan a tener que acudir a cenar con la misma gente de la que te rodeas cada día, y a mi sinceramente comerme unos langostinos mientras veo que una de mis jefas tiene más bigotes que el susodicho crustáceo, pues como que me quita el apetito y hace que me suba el ácido úrico.
Esas calles aglomeradas, llenas de tumulto y de bullicio, que no puedes ni bajar a comprar nada al centro porque están tomadas por señoras que compran compulsívamente como si un tornado estuviese a punto de llegar y tuviesen que abastecerse de víveres, pero eso si, todo siempre acompañado de cabello de ángel.
Las cenas no son cenas, son bacanales del colesterol, en mi caso y en mi casa, la cena de nochebuena, o la comida de navidad son duraderas durante los siguientes 8 días porque es tal la cantidad de comida que se hace que es inevitable que se generen tantas sobras, normal que llegando estas fechas los dueños del Tupperware se froten las manos.
No podemos olvidarnos del mundo villancico, que digo yo, ya podían renovarse un poco porque, a mi parecer, los villancicos que se escuchan por todas partes hasta perforarte el cerebro deben datar del siglo tres antes de Cristo; un poco de por favor que los niños ni saben que es un almirez.
Tres cuartos de lo mismo pasa con la familia, esa que sabes que tienes y con la que te reúnes (si acaso) una vez al año...Ay.. cuanto amor se procesan los unos a los otros, pero el resto del año ni una triste llamada, y si te mando una tarjeta navideña ya procuraré hacerme la foto en el salón, al lado del piano de cola, ese que no se ni como se abre, para que todo el mundo vea lo bien que me va la vida aunque no tenga donde caerme muerto.
Lo único bueno de estas fechas, es la lotería, que es el sueño de mi vida, ser rico para poder emigrar a un país donde no exista este festejo, aunque sea a la China que ellos tienen el año nuevo chino más tarde que nosotros. Eso si, mataría a cada uno de los odiosos y repipis niños de San Ildefonso, sería superdivertido que al final del sorteo los metiesen a todos dentro de un bombo a la velocidad que centrifuga mi lavadora, fijo que aumentaba la audiencia, yo lo llamaría “Los niños de Sanindefenso”.
¿Y que me decís de los papa Noel que invaden los balcones de todos los barrios? Ya no es poco que hayamos absorbido una tradición que no es nuestra, que eso nos encanta, por si no tuviésemos poco con dar de comer a los reyes magos y dejar que su yerno Iñaki Urmangarin nos quite la pasta a espuertas, ahora también tenemos que tener un cover de un señor gordo como un trullo del que pretenden que nos traguemos que con semejantes lorzas es capaz de colarse por el hueco de la chimenea y que viene volando propulsado por unos renos de nariz roja, ay que joderse.
Así pues y sin que sirva de precedente os deseo a todos ¡FELIZ FALSEDAD!
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